aborrece” (Sal. 11:5). “Hay bendiciones sobre la cabeza del justo; pero violencia cubrirá la boca de los impíos” (Pr. 10:6). Pero la fuente de la j. está siempre en Dios (“Oh Dios, da tus juicios al rey, y tu j. al hijo del rey” [Sal. 72:1]). Este tipo de j. entre los seres humanos era el continuo reclamo de los profetas (“Aborreced el mal, y amad el bien, y estableced la j. en juicio.… corra el juicio como las aguas, y la j. como impetuoso arroyo” [Am. 5:15, 24]). Aparentemente se produjo un desarrollo
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